Yo no soy Dragó y tú tampoco

¡Oh, Arjuna! No hay nada que Yo deba hacer en ninguno de los tres mundos, pues míos son. No hay nada que tenga que conseguir, porque lo tengo todo. Sin embargo, aún actúo.

Bhagavad Gita, capítulo 3, verso 22

Pasados 5 días de la muerte de Fernando Sánchez Dragó, viendo que, aparentemente, no ha resucitado, tras el ruido de los medios de comunicación, me decido a publicar lo que escribí los tres días de “velatorio” que le dediqué en silencio y en la distancia.

Hoy, 10 de abril de 2023, ha muerto Fernando Sánchez Dragó.

Este mediodía me avisaron que mirara la TV porque se nos informaba que Dragó había muerto a causa de un infarto.

Dado que hace años recibí el honor de ser arengado personalmente a seguir escribiendo por semejante escritor reconocido, me siento hoy en el deber de escribir,  especialmente porque no terminé de hacerle caso en su día. No sé si hoy ya es tarde para ello, pero sí sé que él ya no escribirá más y yo todavía puedo hacerlo. Así que no se me ocurre nada mejor que hacer en honor a ambos y nuestros encuentros.

Hacía muchos años que no asistía al espectáculo emitido por los programas de tertulia televisiva y la verdad es que he resistido muy poco tiempo. El necesario e imprescindible para ver como enlazaban la noticia de la muerte de Fernando con la del nacimiento del “hijo-nieto de alquiler” de Ana Obregón. Tratando el planteamiento “moral” de la paternidad y la maternidad. Por supuesto sin la presencia de ninguno de los dos susodichos, y en el caso de Fernando sabiendo que ya no podría responderles.

Dios, soy consciente de que seguir este escrito me puede llevar a meterme en un aparente lodazal, pero… ¿Y qué hay del inconsciente? – ¡Diablos! – ¿Quién manda aquí?

Así que voy a entrar al trapo, algo que, por mucho que moleste a los anti-taurinos, todos hemos practicado y todavía practicamos en este país, sencillamente metiéndonos a juzgar la vida de nuestros semejantes, sea cual sea el pretexto para hacerlo.

Yo me pregunto en qué mundo de la golosina viven las personas que cuestionaban la paternidad y el egoísmo de Dragó por tener un hijo a sus 76 años. Hijo que, según me han contado, se estrenó como conferenciante en los últimos Encuentros Eleusinos, número XXXVII con el título El Arca de Noé. Espero que no aparezcan ahora los censores de doble moral hablando de explotación infantil.

– Mi más sincera enhorabuena Akela, seguro que tu padre, tu héroe, se marchó satisfecho de ver que tú también eres un héroe. Un héroe de 10 años que habló frente a un micro con más sentido común y corazón que muchos de los periodistas y tertulianos a sueldo que salen en la TV y escriben en la prensa.

A ellos, a los que, pagados, cuestionan “la paternidad egoísta” de Fernando, victimizando así a su hijo, podría explicarles cantidad de casos, conocidos y anónimos, que ejemplifican que se equivocan, y lo saben. Pero para ello me basta con recordarles algo que ya saben:

– Fernando Sánchez Dragó jamás conoció a su padre en vida y hoy ha muerto con 86 años, tras innumerables viajes, decenas de libros publicados, no sé cuantos programas de televisión presentados, 4 hijos que se sepa, infinidad de lectores y amigos que le recordarán con cariño y otras tantas mujeres que incluso con algo más que eso. Sin olvidar a sus, no menos cuantiosos y apreciados, enemigos.

A todos ellos, nosotros, mi más sentido pésame. Especialmente a su familia o familias, en definitiva a los suyos.

A mí personalmente las cantidades me parecen secundarias, pero ya que tratáis de “ciencificar” la moral hablando de cantidades, como se hace con la eugenesia disfrazada con la palabra demografía, para determinar a qué edad hay que ser padre para no ser calificado de egoísta según vuestro baremo, o el del que os paga, os he recordado algunas cantidades en la vida de Dragó.

Y yo me pregunto:

Según la teoría de la edad egoísta o no egoísta para tener hijos… ¿Fue el padre de Fernando un egoísta por ir a trabajar pudiendo morir en el intento?

Sea cual sea vuestra respuesta, podéis comprobar que hoy los tertulianos y periodistas habéis ganado parte de vuestro jornal hablando de ese niño que nació sin padre hace 86 años. Por el simple acto de morir, hoy incluso os ha aportado algo de dinero para que lo gastéis con vuestros hijos, facturas, deudas, salidas, entradas, drogas o de la manera más egoísta que podáis concebir.

Con lo cual vuestra teoría no se sostiene, sólo con observar la vida de la persona de la que estabais hablando.

A pesar de que ayer no quise perder más tiempo escuchando periodistas y tertulianos. Hoy, día 11 de abril, he escuchado en el televisor que hablaban de Castilfrío de la Sierra y he ido corriendo para ver esa bonita aldea soriana, dónde Fernando nos mostró el rincón en dónde debían enterrarle. No sé si finalmente será con aquel atrevido, gracioso y elegante epitafio de: “Perdonen que no se me levante”

Una aldea que conocí gracias a que Dragó mencionó en su columna de “El lobo feroz”, al escritor maldito Ibn Asad, y éste nos lo hizo saber a los lectores que manteníamos contacto con él a través de “La araña”, como decía Dragó. Yo hasta entonces no había leído ninguna de sus obras, ni visto programas, ni me había interesado por su persona o personaje. Así, el verano de 2014, di con el anuncio de los Encuentros Eleusinos VIII (Lugares de Poder o Sagrados) que dirigía Fernando y que organizan y espero que sigan organizando, sus fieles escuderos Javi y Clara, a los que desde aquí tiendo una mano agradecido, como siempre, por su gran acogida. Personalmente creo que no sólo por Dragó, su genio y figura, sino por todos los que asistimos a sus Encuentros, podríamos, deberíamos y disfrutaríamos de, cuanto menos, un “último” y liberador Encuentro ultratumba. Unos Encuentros que gustarán más o menos, incluyendo la comida, serán más o menos caros, supondrán mayor o menor desplazamiento, pero creo que: Todos los que hemos asistido alguna vez, hemos entendido y vivido algún Encuentro, ya sea en general, con el mismo Fernando, nosotros mismos, acompañante, ponente o con alguno de los asistentes.

Como decía, me plante frente al televisor, pero una vez más duré pocos minutos, los suficientes para escuchar a un hombre licenciado en filosofía, que en primer lugar destacó la obra Gargoris y Habidis, sin decir siquiera porqué era destacable para él. Para, a continuación, hablar de cómo Fernando “bajo-mano”, o como si fuera algo oculto o trapo sucio, les pedía un vaso de whisky sólo y sin hielo para dar ponencias o conferencias. Lo cual resulta hasta gracioso para los que nos hemos reído mientras le rellenaban el vaso en mitad de una ponencia, sabiendo que además, según el mismo Fernando, no le gustaba hablar en público. Quizás dicho licenciado en filosofía, como tantos otros, no leyó o alcanzó a entender “El sendero de la mano izquierda”, o no aprendió y disfrutó viendo al magistral Arrabal  extasiado junto a Fernando la mágica noche del “chinchón”.

Como decía, no he visto más, pero estoy seguro de que no habrá faltado la constante en muchos discursos de prensa que reza algo así:

“Fernando Sánchez Dragó realizó una gran labor para la cultura” Destacando su obra académica, escrita y audiovisual, para acto seguido atacar a lo que llamaran el “personaje”, es decir, al hombre que se expresaba con libertad respecto a sus ideas y trataba de vivir de acuerdo consigo mismo, respetando eso mismo en el resto. Con lo cual me parece que los autores de dicho discurso, por muchos títulos y cargos que ostenten o precisamente por ello, no entendieron su obra y al Fernando que precisamente se ocultaba tras ella. Pero que al mismo tiempo se dejaba ver en ella para todo aquel que, en el fondo, allá donde nadie quiere mirar, entienda y comprenda. Porque lo importante es precisamente lo que no se dice al decir y no se escribe al escribir.

Como él mismo nos explicó:

“El calamar utiliza su tinta oscura para camuflarse, para despistar y confundir a sus enemigos y depredadores y así poder zafarse y salir airoso de cualquier ataque o combate”.

Me parece una metáfora que habla por sí sola, sobre todo cuando, quién la comparte, dedicó gran parte de su vida a usar tinta tanto para nutrirse e inspirarse a través de sus lecturas, como para nutrirnos y exponerse a través de sus escritos, para su equilibrio Yin y Yang. Pero, como explicó Platón, resulta muy fácil quedarse vanagloriando o criticando las sombras oscuras de la pared, en este caso el papel o la pantalla.  

Al mismo tiempo, los lectores de Dragó seguro que conocen otra enseñanza que trataba de transmitir muy a menudo y es aquella que reza así:

Obscurum per obscurius, ignotum per ignotius, decían los alquimistas. «A lo oscuro por lo más oscuro; a lo desconocido por lo más desconocido»

Con lo cual, a pesar de mencionar tanto la oscuridad, dejó pistas muy claras de cómo entender su obra y conocer al autor.

Para cerrar hoy, ya que no me referiré más a lo que dicen a través de los medios sobre Fernando, sólo añadir que:

Puedo llegar a entender la función de los medios, también que algunas personas o personajes, participen en este espectáculo, como lo hizo Dragó o puedo estar haciendo yo ahora mismo. Y sobre todo sé que, en el fondo, muchas personas lo ven así aunque no lo aparenten o no se atrevan a expresarlo. A todos os pregunto:

 ¿Hasta qué punto ser padre o madre, a la edad que sea, no es un ejercicio egoísta y/o altruista al mismo tiempo?

Pero, por si no se ha entendido lo que quiero decir, la conclusión, si quieren filosófica, de todo lo dicho hasta ahora sería: Si vamos a señalar a otras personas en este baile de máscaras, aunque sea en un espectáculo, no olvidemos el espéculo, Porque aunque señalemos, al mismo tiempo, el que se expone al resto es el que señala, como yo en este caso.

Dicho de otra manera, todavía “más espiritual”, si cabe, para que me entienda todo el mundo: Aquí desde el más inteligente hasta el más ignorante, del más hábil al más torpe, del más fino al más rudo, del más rico al más pobre, del más fuerte al más débil, del más bondadoso al más cabrón… Todos, absolutamente todos, flexionamos las rodillas y nos agachamos para cagar, aunque quizás, por la comodidad moderna de hacerlo sentados en un trono con ambientador y que en algunos casos hasta nos limpia el culo, se nos ha olvidado que de no hacerlo así, nos cagaríamos encima.

Hoy, día 12 de abril, se inician las últimas 24 horas de velatorio, que según nos cuentan, se realizaba en casa de los difuntos durante tres días tras su muerte, en la época medieval. Gracias, a los cuales, por ejemplo, cuenta una “leyenda olvidada” que santa Teresa de Jesús pudo resucitar de una aparente muerte. Como nos explicaron en el IX Encuentro Eleusino, “Dios”, en Ávila, a través de la tradición oral de un presente que conocía la historia directamente contada por su bisabuela.

Probablemente Dragó hubiera preferido vivir y morir en esa época, o quizás mucho antes. Ya que según él, “el tiempo acabo” en la época del Buda, siglos antes de cristo. Dónde él situaba el inicio del final del Kali yuga.

Pero los “tiempos avanzan” y según el conocimiento tradicional, el tiempo siempre se acelera a medida que se acerca “el final”. Si en la modernidad ya empezaron las prisas y el estrés, ahora, ya en la post-modernidad, se impone la saturación, la urgencia e inmediatez. Con lo cual con 24 horas es suficiente para echar nuestros restos al hoyo o al horno, siempre y cuando no te encuentres en una ciudad saturada de muerte y tengas que hacer cola en una lista de espera, todo ello previo pago de servicios e impuestos de por vida o por muerte, por ocupar un pedazo de subsuelo o cajón apilado.

Estoy seguro de que más de uno no se hubiera atrevido a esperar esas 72 horas para ver si resucitabas Fernando. Con tu muerte nos has recordado que no siempre se cumplen los dichos populares, como aquel que tanto se usa de: “Cuando alguien muere sólo se recuerda lo bueno que era…”, no es así, ni falta que hace. Gracias por seguir derrumbando pensamientos únicos, tus amigos y enemigos lo pueden comprobar incluso tras tu partida, quizás porque tú trataste de mostrarnos otro camino, que, al menos para mí, no es otro que “el camino del corazón”, para el que también hay que derribar “sentires únicos”.

Personalmente, lo que para mí es más importante, Fernando siempre me trató con humildad, respeto y cariño desde el primer día. Nunca fui, soy, ni seré fan de Dragó, ese sería el primer síntoma de no haberle entendido. Tal fue quizás mi extremo, que no me hice ninguna foto junto a él, a parte de las fotos de la organización de los Encuentros en las que puedo aparecer como cualquier otro asistente. Tan extremo, quizás estúpido, que me negué a visitar su casa por dentro, en “plan turístico”, así lo vi yo y se lo hice saber, cuando asistí a mis primeros Encuentros en Castilfrío. Con lo cual me perdí la merienda de galletas de la risa que se repartieron.

A principios de 2016, en El Escorial, le pedí que me firmara el libro de Soseki, inmortal y tigre, dedicado a la gata de mi familia que había muerto a los 21 años. Personalmente, creo que, es el libro que más escribió desde su corazón, aunque no los he leído todos.

También me dedicó el libro Gargoris y Habidis, “Crónica de una España que ya no existe, con honor amigo.” A lo que yo le respondí que de alguna manera todavía debía existir…

Fernando siempre nos decía que todo ser humano tiene lo que él llamaba “momentos estelares” en su vida y nos recordaba algunos de ellos, como esa iluminación a orillas del Ganges en la India.

Quizás no tan estelares, pero importantes para mí, fueron nuestras charlas. En Castilfrío, cuando le regalé mi primer libro de poesía. La primera cena, cuando me adjudiqué inocentemente una silla en la mesa de los ponentes. En Ávila, cuando unos cuantos compañeros quisimos formar una asociación Eleusina para construir la Escuela. En el bar del sur, cuando entre cubatas hablamos de tantra y LSD y nos dijo que lo que le proponíamos, especialmente las muchachas jóvenes, podría llevarle de nuevo a la cárcel en este país. Cuando en Miraflores nos encontramos entre ponencias y comentamos lo mal entendido que teníamos el concepto de “casta” (Varna, en sánscrito), color de nacimiento. Tan manipulado y malinterpretado por la mentalidad positivista, y usado por la política y las ideologías.

Nuestro mayor encuentro y desencuentro fue a partir de una propuesta loca que le lancé, tras escuchar una entrevista en la que dijo que tenía tantos libros, más de 100.000, que archivarlos sería una tarea hercúlea. Estuve a punto de irme a vivir a su casa de Castilfrío de la Sierra para ordenar su biblioteca y crear un archivo informático.

Tras un par de charlas, nos dimos cuenta de que quizás no había suficiente motivación, disposición y tiempo para el sacrificio que suponía por parte de ambos. Él quería, de alguna manera, poder dejar esa biblioteca como una herencia que no supusiera una losa para sus herederos, como por momentos podía serlo para él, sino que incluso pudiera aportarles beneficios.

Después de nuestras charlas, la siguiente vez que le escuché hablar de su biblioteca fue para decirnos que buscaba quien financiara y construyera una pirámide con todos sus libros en Castilfrío, lo cual quedaría muy bien al lado de una Escuela Eleusina. Al fin y al cabo quería crear un lugar “mágico, sagrado, de poder”, de peregrinación.

Me escuches o no, Fernando, te preguntaría…

¿Qué es peregrinación?

Peregrinación eres tú.

Buena peregrinación amigo y maestro, tú ya te has liberado del todo, a algunos nos queda un rato. Nos vemos al final de la cuerda.

Esteve Fontgivell de las Heras

15 de abril de 2023

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