Lo confieso: «Yo también me he vacunado»

Vuelvo a lanzarme al ruedo una vez más, tras la muerte de mi última corrida, y es que parece que no nos cansamos de morir y nacer e insistimos en seguir viviendo. Lo hago después de abandonar la plaza, abuchear en el exterior, gritar desde la grada, sentarme en el palco y esconderme en el burladero. Lo hago de la única manera que se hacerlo, jugando a expresarme como todo cristo puede hacerlo. Lo hago porque parece haber muchos bandos enfrentados, una vez más reducidos a dos, en y entre nosotros. Y ¿Por qué no decirlo? Porque puedo, quiero y debo hacerlo.

Lo que no se, es porque he empezado, sin querer, con un “lenguaje taurino” (Yo que nunca he asistido a una corrida de ese tipo). Quizás porqué aquí estamos otra vez, en el centro del laberinto, junto al minotauro, tratando de no perder el hilo, ni que éste se nos transforme en cadena.

Hechas las presentaciones y representaciones vamos allá, vamos a entrar en materia por densa que esta parezca. Como reza el título de este escrito, confieso que yo también me he vacunado. Para quién no me conozca de nada, quizás pueda chirriar un poco ese “confieso”. Al fin y al cabo, es lo que las supuestas autoridades, que cada vez son más, dictan que hay que hacer, por las buenas o por las malas, por nuestro bien, por el bien de los demás y, en primer lugar, por el bien de sus propios fines, aunque como esto ya se presupone no nos lo dicen directamente. Además, gran parte de la población mundial ya ha sido y sigue siendo inoculada con la nueva droga experimental de las corporaciones farmacéuticas. Con lo cual, parece que como confesión no tiene nada de mérito y así es. Aunque, para quién me conozca, quizás sí qué pueda resultar algo sorprendente.

Porque si vacunarse es introducir una substancia en el organismo que puede prevenirnos de futuros problemas de salud o volvernos locos, yo lo he hecho ¿Y ustedes?

Porque si vacunarse es introducir una substancia en el organismo que puede ayudar a sanarnos o empeorar nuestra ya diezmada salud, yo lo he hecho ¿Y ustedes?

Porque si vacunarse es introducir un potente tóxico en el organismo que puede fortalecer tu sistema inmunológico o matarte, yo lo he hecho ¿Y ustedes?

Porque si vacunarse es entregar nuestra voluntad a alguna entidad con autoridad, o no, que puede ayudarnos a seguir nuestro camino o someternos al suyo, yo lo he hecho ¿Y ustedes?

Así que sí, lo confieso yo también me he vacunado. Además me he “vacunado” dos veces ya, con todas o algunas de esas premisas que he escrito, cada una de ellas con 4 dosis, así que serían ya 8 dosis desde que empezó este otoño, en tan sólo un mes y medio. La primera con Ayahuasca y la segunda con Kambo, ambas conociendo tanto el origen de la substancia como a los seres humanos, queridos amigos, que me las facilitaron y ambas en unas fechas y ambiente propicios. La primera fui yo, anunciada y trabajada con antelación y posterioridad a la toma, la segunda vino ella, totalmente encontrada e improvisada y ambas trabajando junto a mí en este escrito.

Llegados a este punto, quizás algunos no entendáis el “también” de mi confesión. Efectivamente yo no me he dejado inocular con las supuestas neo-vacunas COVID19, al igual que muchos otros guerreros, negacionistas, conspiranoicos o seres que sencillamente pasan de meter en su cuerpo la dichosa substancia experimental. Pero, compañeros, sí que he tomado esas medicinas ancestrales para sanarme en presente, tanto del pasado como del futuro, fortalecerme ante el presente que nos toca vivir y reencontrarme con mi camino a seguir ¿Y vosotros, sea cual sea vuestra condición, no queréis algo parecido?

Y sí, como la mayoría de ustedes sabrá, gracias a Nacho Vidal y los medios de información, el kambo contiene una potente toxina extraída de una rana que según estos mismos medios de información puede ser mortal, es decir, como yo, pues bienvenida sea.

A los vacunados con los pinchazos oficiales también les digo “también”, porque lo sepan o no, ustedes, los vacunados de manera impuesta, oficial, social, sanitaria o como quieran llamarla, también se han puesto en riesgo bajo las premisas anteriores. Y no lo digo yo, lo dicen sus propias autoridades, a las que han cedido completamente su voluntad y conocimiento y con ello sus propias acciones. Trato de explicárselo a continuación en su propio lenguaje.

En cuanto a la posibilidad de matarnos o empeorar nuestra salud: Corroboran todo lo dicho los ya decenas de miles de muertos reconocidos oficialmente, en Europa, por causa directa de las neo-vacunas. Sabemos lo difícil que es que dichas “autoridades” (Políticas, jurídicas, sanitarias…) reconozcan “sus errores”, “sus negligencias” o per aún su relación directa y voluntaria con “las causas de nuestros males”. Cualquiera que haya sufrido una de éstas sabe de lo que hablo. Así que no es difícil, ni demasiado atrevido, suponer que esas decenas de miles sean realmente muchísimos más. A los que habría que añadir los millones de “diezmados”, ya sea “oficialmente enfermos” o no, que han visto su estado de salud mermado tras la vacuna. No hablo sólo de los evidentes trombos, ictus, miocarditis y demás reacciones graves, a corto o medio plazo. También a los millones de “anónimos” que han visto incrementada su fatiga y disminuido su equilibrio en mayor o menor medida.

En cuanto a la posibilidad de volvernos locos: Son sus mismos y queridos expertos quienes tras las campañas de vacunación anuncian a bombo y platillo la venida de un gran “tsunami cerebral” (Hay que ver que poéticos se ponen cuando quieren…), y probablemente todo el mundo conoce a alguien, o incluso el mismo, que ya toma fármacos en este sentido. Por si no fuera poco el conjunto inverosímil de razones contradictorias y sin razones que han vertido, sembrado e impuesto en la mente de los ciudadanos, ya desde que tenemos uso de razón, pero especial e intensamente desde el inicio de toda esta pandemia que también podría llamarse pantomima repleta de verborrea convertida en ciencia ficción a través de la sofisticación de sus medios, medios qué en última instancia pretenden que seamos tú y yo.

En cuanto a la posibilidad de someternos a su camino, han dejado bien claro cuál es éste: El sometimiento incondicional y absoluto a la inteligencia artificial como panacea contra-iniciática del conocimiento a través de la información y los datos, que es precisamente a lo que pretenden reducir al ser humano, para controlarlo, dirigirlo, manipularlo, transformarlo, reproducirlo o eliminarlo según convenga a su obra. En este sentido han sido muy claros, quieren reducir drásticamente la población mundial, muchas personas están de acuerdo en eso, lo curioso es que la inmensa mayoría cree que esa reducción no les incluye a ellos. Y para los que queden se impone el sometimiento absoluto a la I.A. comentado anteriormente, con todo lo que ello implica. Esencialmente el dejar de ser humanos para sobrevivir como dato inerte hasta que alguien pulse el botón de “vaciar papelera de reciclaje”. Todo ello disfrazado en su agenda 2030, de manera chachi piruli, guay, súper-eco, sostenible, benevolente y solidaria, a través del uso “fraudulento” del lenguaje, lo cual es evidente para cualquier ser humano mínimamente iniciado en el lenguaje que se le ha dado a conocer.

Por último, quizás faltaría por aclarar lo de “potente tóxico”: Sí, es evidente que si hay un “virus mortal” que nos acecha a todos, que nos convierte en portadores asintomáticos o contagiados y a todos en potenciales contagiadores, según las mismas autoridades, expertos y “científicos” varios y variopintos, este “virus” resulta tremendamente tóxico para el organismo y es el que debería inocularse a todo el mundo. Aquí nos topamos con la realidad de que nadie ha demostrado la existencia de dicho organismo. Organismo que para empezar, de ser un virus, entraríamos en el debate de si estamos hablando de un ser vivo, puesto que estos ni crecen ni se reproducen y ni los mismos científicos saben definir exactamente lo que es un virus, más allá de señalar una supuesta cadena proteica de ARN, que detecta y lee un aparato informático en el lenguaje que a éste le es propio, los datos. Así que sencillamente estaríamos hablando de “material inerte” que expulsan las células, que podríamos llamar exosomas. Este material inerte es introducido por un supuesto ser vivo y humano, en otro material inerte, en este caso una computadora, para que esta última reproduzca en forma de datos el contenido de dicho exosoma a través de una simulación virtual para ser inoculada en otro ser vivo y supuestamente humano. Sí, resulta tan complejo como ridículo, pero de ser así lo que se estaría inoculando a la población mundial, no es más que la síntesis del resultado virtual de dicho proceso. Con lo cual no es casualidad que todo este escenario llamado mundo se haya convertido en una teleserie de ciencia ficción, lo cual no nos convierte en locos por observarlo, como tampoco el mundo puede volverse loco, pero sí corremos el riesgo de convertirnos en zombis teledirigidos.

Todo lo dicho hasta aquí estaría dentro del marco de la “versión oficial” y se ha expresado dentro del mundo del “reino de la cantidad” que se nos propone en esa limitada visión de la vida y la realidad. Enlazando con el asunto del “tóxico inoculado”, recientemente el colosal trabajo de La Quinta Columna (Ricardo Delgado y el Dr. Sevillano) ha obtenido como resultado el informe definitivo del Dr. Pablo Campra Madrid, Doctor en Ciencias Químicas y Licenciado en Ciencias Biológicas de la Universidad de Almería: DETECCIÓN DE GRAFENO EN VACUNAS COVID19 POR ESPECTROSCOPÍA MICRO-RAMAN, sobre la presencia de componentes no declarados derivados del grafeno en las diferentes vacunas contra el covid-19, concretamente óxido de grafeno. Qué de ser tan tóxico como muestran algunas investigaciones hechas en animales no humanos, también confirmaría que se está inoculando un potente tóxico a la población. Con la diferencia de que éste no ha sido declarado en la versión oficial (Excepto en un reportaje televisivo dónde se dijo abiertamente que las vacunas contienen nanopartículas desconocidas…) y siempre teniendo en cuenta que cualquier análisis es susceptible de un margen de error por mínimo que sea. Lo cual es cierto, y es lo que se apresuran en señalar muchos de los que reciben dicho informe, pero la mayoría de ellos olvidan dicho argumento cuando les hablan de ·”estudios oficiales” que les someten y convierten en defensores, activos o pasivos, de la “versión oficial”, que en muchos casos ni siquiera se cuestionan mínimamente. Tampoco recuerdan su propio argumento cuando sus queridos expertos y autoridades les muestran dibujos, gráficas y simulaciones informáticas a través de las pantallas, utilizadas como coartada suficiente para seguir imponiendo restricciones, limitaciones, mascarillas e inoculaciones a las que se acogen y parecen aceptar para sobrevivir en diferentes aspectos a cualquier precio y es que el fondo nos cuesta mucho aceptar la muerte.

En este último punto es dónde, como seres humanos, coincidimos todos, sí, todos. Tanto “los vacunados”, como “los no vacunados”, ya sea que confíen en terapias o medicinas “alternativas” o “ancestrales” de todo tipo, suplementos alimenticios, protectores de radiación, ejercicios “espirituales”, rituales, plantas naturales o de poder. Todos compartimos dos premisas inevitables para estar viviendo aquí y ahora, todos nacemos y morimos (Sí, Krsna, Buda y Cristo también, hasta Parashurama cuando culmine su misión). Quizás no nos hemos percatado de que esto es lo que está pasando todo el tiempo, nacemos y morimos. Precisamente aceptar este hecho que es la vida misma expresándose en presente continuo y sinfín, es lo único que nos permite estar presentes, aquí y ahora, estar vivos y estar viviendo. Tener la capacidad de entregarnos al constante cambio de “estado”, sin dejar de ser, la capacidad de seguir creciendo y/o decreciendo en esta existencia, esta es la condición que diferencia un “ser que está vivo” de un “ser que está muerto”. Podemos hacerlo, por los que se fueron y por los que vendrán, pero sobretodo debemos hacerlo por nosotros mismos a través de la vida que se nos ha dado y se nos sigue dando, por nuestros seres queridos y los no tan queridos, por los que todavía, lo queramos o no, estamos aquí  y ahora. Y podemos estar todos tranquilos, porque lo que ES nunca puede dejar de SER y lo que no es nunca puede llegar a ser, pero mientras tanto nos empeñamos en seguir viviendo de verdad, en estar vivos, sin prisas, sin pausas, aceptando la muerte, respetando la vida con nuestros nacimientos y muertes, como ofrenda, con gratitud, como sacrificio, con arrojo, como juego, con gozo, como aprendizaje, con conocimiento, como impresión y expresión de lo que somos y en definitiva como una majestuosa danza que debe seguir hasta que la música acabe (,) recogiéndonos en el silencio.

Apareador

11/11/2021

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4 respuestas a Lo confieso: «Yo también me he vacunado»

  1. Tete Llorens dijo:

    Por morir y nacer para vivir.
    Un fuerte abrazo

  2. Maria dijo:

    Cada paso nos acerca mas a nuestro destino final. Esta vida no es eterna.

  3. Pingback: Rebeldía de Blandiblu (De las Zapatillas a las mascarillas) | Poesía Manifiesta

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